lunes, 15 de julio de 2013

Política, politiquería y academia

Antonio Donado Tolosa, profesor de la Universidad Autónoma del Caribe

En el tema de la universidad no existe escapatoria: usted es o no es académico. O más claro: usted es intelectual o no lo es. Ignace Leep, intelectual jesuita de la época más intelectual del siglo xx, años 40 a los 70, se ocupó de aclarar qué distinguía a los miembros de ese grupo particular de la organización social. Según él, a ellos  les corresponde vigilar y acrecentar el acervo científico, tecnológico y ético de la humanidad. Oígase bien, de la humanidad como reunión de todas las culturas y etnias  de  toda la bolita del mundo, como solíamos decir cuando éramos niños inocentes.

La política adquiere legitimidad cuando todos reconocemos que algunos de la tribu se distinguen por su inclinación para servir al grupo, con sacrificio de sus intereses particulares. La politiquería arranca cuando unos de esos algunos deciden con cinismo burlarse y aprovecharse de esa tonta creencia de todos. Una sociedad y su estado son corruptos cuando esos unos son mayoría, y como cáncer maligno hace metástasis y se riega por todo el cuerpo social.

Es evidente la conexión entre la inclinación por la vida intelectual y la vocación de político o servidor público. De allí que Platón concluyese que el estado debía estar a cargo de los filósofos (La república). Las mentes modernas se burlan de esta aparente majadería, ignorando que el ateniense se dirigía a los estudiantes de su academia, y por extensión a los miembros de la polis, que se reunían democráticamente en el ágora para pensar la ciudad por encima de mezquindades y cálculos partidistas.

Bien, el docente universitario es por definición intelectual, comprometido con la ciencia, la tecnología y la ética. Si escoge esta forma de vida, usted será auténtico en el grado que sus acciones reflejen su disposición y acción científica, tecnológica y ética. Y de ello no puede escaparse, porque los más sabidos como los menos letrados saben distinguir a quienes venden gatos por liebres. Los estudiantes los primeros, así se hagan los que no ven.

La calidad de una universidad tiene su fuente en el compromiso intelectual de sus docentes, e incluso de los administrativos. Un director o decano administrativo, por ejemplo, que mire con desdén este componente de la identidad universitaria, será un mediocre administrador universitario. Ni qué decir si se trata del gerente de lo académico, nuestro core business. No hay necesidad de emprender complejos estudios para determinar las causas de los niveles inferiores que ocupa en el escalafón nacional la mayoría de las instituciones de educación superior de la costa atlántica.

Ese parece ser el caso de la rectora de la Universidad del Atlántico, quien dista mucho de ser intelectual, y actúa como si ello le importara un comino. A ella se le debe reconocer que es auténtica y no se disfraza de académica para enlazar bobos como si lo hacen similares de otras universidades de la región.

De verdad que se trata de un problema estructural, que domina los tuétanos de nuestra osamenta cultural. La politiquería acecha a todas las instituciones y con refinado olfato a las universidades, de allí que si existe un rector con voluntad de calidad universitaria esa plaga no se inhibe y sin escrúpulos pone en acción sus estratagemas de sirenas que saben perder a  románticos que ingenuamente las introducen en su entorno de poder.


No obstante, de la politiquería hay una manifestación repugnante en el ámbito académico: falsos representantes gremiales que utilizan sus posiciones para camuflar su mediocridad intelectual y académica. De todo hay en la viña del señor, pero el deber de todos es velar por la institucionalidad universitaria buena, justa y transparente, condiciones para que sea científica, técnica y ética. Amanecerá y veremos.

1 comentario:

  1. Estimado Toño:

    Muy interesante tu escrito. Esto de ser o no intelectual podría, en el peor de los casos, afrontarse con honestidad. Es decir, aceptar que no se es o, como otros impostar serlo, terminando por ello haciendo el ridículo. Te remito el link de una genial columna que repliqué en mi blog sobre esos "seudo intelectuales".
    http://anuarsaad.blogspot.com/2013/07/de-los-seudo-intelectualeslibrame-senor.html

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