Doctora Cecilia López, respetable ciudadana:
Reproduje y distribuí su artículo de hace días que exaltaba la
llegada del doctor Ramsés Vargas a la rectoría de la Universidad Autónoma del
Caribe. A continuación, le escribo mi confesión.
A muchos en esta casa de
estudios universitarios, al ingresar, nos privaron del olfato para fragancias enaltecedoras del
espíritu y, de esa manera, si éramos
docentes, nos camuflábamos entre la indiferencia moral que inocula la cultura
del espectáculo, esa que devora de
preferencia las almas de los más jóvenes y arte en que destacaba mi amada exrectora.
El altruismo dejó de ser el objeto del bien, que ahora prefiere el gozo
inmediato, la felicidad express que
no demanda sacrificios ni proyectos de vida que respeten.
En esta Alma mater, doctora
López, todos somos hijos del mismo vientre, la madre diosa nos daba a luz en el
magnánimo acto de aprobar nuestro nombramiento, de hacernos carne de su carne
voluptuosa, pragmática, codiciosa y emprendedora; de esa estirpe que nos emparenta con los señores que emprenden
pirámides, interbolsas, agroingresos seguros; magos contables; creadores de
empresas políticas de lucro personal y familiar, en fin, los que la propaganda
del sistema capitalista egoísta corona como triunfadores.
Como en todo bautismo, venían las ceremonias de renovación de
promesas, y se hacía una larga cola para besar la mano de la diosa fortuna.
Allí éramos uno: secretarias, decanos, directores, vigilantes, profesores,
proveedores, aseadoras, Mariano, Arturo,
Orietta, Zoila, Paul y también Patricia;
la bella Shirley y Christian el perverso, y también Polito, el diablo de los
números (para conocer las funciones de estos personajes y los que más adelante
aparecen, se debe consultar El Heraldo de los días 21 y 22 de julio) Y yo
también, doctora López, que pagaba para sentarme a desear, como Lázaro, una
mirada de ella, o de Shirley. Ni la aparición repentina de Orlando, el capitán
del equipo, derrotaron mis ilusiones.
Admito, doctora, que he deseado ser él y en sueños he sentido la voluptuosidad sinuosa de ella que en mis brazos dormía.
Hasta Ricardito, el bufón de la reina,
fue blanco de la envidia de muchos, incluido yo, doctora.
Entre ellos, doctora, existe
un tenebroso personaje, del linaje de ella, que no me despierta envidia,sino miedo,
porque está en todas partes y nadie lo ve. Se sabe que castiga todo contrato
que se pasee por la universidad. Explota las refresquerías, y a la manera de lo
que ocurre con el equipo de fútbol, mi U asume todos los costos y él se lleva
los ingresos. Así cualquiera puede despachar desde Miami. Ese sí es de un
enorme espíritu emprendedor, descubrió una vena jugosa donde hincó su colmillo
y por allí mata lentamente las finanzas de nuestra U. Dicen que se mueve por el
sistema linfático de esta anémica casa de la inteligencia con la colaboración
de una red que incluye desde humildes obreros, hasta encopetados directivos. Su
empresa es una estructura promisoria para acceder importantes cargos. Así, el
actual jefe de nuestras finanzas visibles e invisibles aprendió con los negocios de este personaje
los secretos de las finanzas y la administración. Eso sí es loable: impulsar el
talento criollo, ¿verdad Varguitas?
Con la mano en el corazón,
doctora, nos toca hundir la cabeza en un profundo examen de conciencia y hacer
penitencia, dar muestras de arrepentimiento, porque, de lo contrario, será
imposible la conversión y abrazar la
libertad, aunque de asalariados, libertad para soñar y desear solo lo que es
fruto de nuestro esfuerzo y trabajo. Ahora, ello brilla más alcanzable desde que nos escapamos de la
esclavitud y levantamos un palenque sindical, que, aunque son dos, parecen uno.
Por excepciones legales, no están inscritos ni los miembros de la Sala General
ni los de doble registro del Consejo directivo, del resto somos los mismos, los
de la fila de fieles que ya le conté, incluido Guillermito, el confesor de la
bella Shirley.
Le juro, doctora, que
nuestros estudiantes no son distintos a los de ninguna otra universidad del
país que no sea de garaje, clase, a Dios gracia, de la que no forma parte la
Autónoma del Caribe. A ellos los salvó ese milagro que salva a los inocentes, y
ella, le juro, no alcanzó a marcarlos ni con el cinismo de Ricardito ni con la
malicia avara de los que ya sabemos. Y la mayoría de ellos sueñan con ser
hombres y mujeres decentes, a diferencia de Cristian, la criatura de ella,
pendiente siempre a reclamar su derecho de pernada en sus
feudos del canal y la emisora.
Son esos estudiantes los que
motivan esta confesión, y quienes justifican la lucha que lidera el nuevo
rector, doctor Ramsés Vargas, para garantizarles una Uniautónoma de alta
calidad docente, investigativa y cultural. A
nombre de ellos y de los arrepentidos, como yo, le agradezco su valiosa
solidaridad.
Por último, doctora
López, abrigo el mismo temor que su excelente inteligencia social expresa con la pregunta de ¿quién vigila a las
universidades problema? El temor de que la Ley 30 delega esa responsabilidad en
las mismas mafias universitarias, que al abrigo de la cándida autonomía
universitaria diseñan estatutos a la
medida de sus ambiciones nobles o innobles, porque no nos engañemos, la función
fiscalizadora del Ministerio de Educación nunca no vio antes nada sospechoso en
la administración de la Universidad Autónoma, y ciega seguiría de no ser por
las denuncias penales contra la exrectora.
Me da mala espina que la
actual ministra de educación, a la pregunta de cuándo entregará el informe de
sus investigaciones a la administración de la Autónoma del Caribe, siempre
subraya que si no encuentra pruebas de las irregularidades, ella archivará el
caso. ¿Por qué hacer énfasis en lo
obvio, doctora? Los auto-préstamos y las cuentas del equipo de fútbol no son de
hecho suficientes para que ella descarte la alternativa de archivar el caso, y
colorín colorado, este cuento se ha acabado. Sería un exabrupto jurídico,
moral, académico, político, y contra mí, doctora, porque me tocaría refugiarme
en el otro sindicato, el de Guillermito, el confesor.
Atentamente, Antonio Donado, profesor de Ética, Teoría del
conocimiento, Teoría de comunicación Organizacional, Expresión Escrita,
Análisis Político y económico, Metodologías investigativas (no penales), con
experiencia en universidades problema, porque también fui profesor de La Gran
Colombia, la del santón José Galat, con quien mantengo excelentes relaciones
personales y teológicas.