lunes, 22 de julio de 2013

La oveja negra en el Arca de Noé




Antonio Donado Tolosa, profesor  Universidad Autónoma del Caribe

Noé hizo lo que estuvo en su humano poder para salvar a todas las especies  y así la vida continuara después del diluvio universal. Aunque vaciló  al momento de dejar entrar  en  su arca a la oveja negra,  más pudo su nobleza y temor de Dios, y la discriminada especie  todavía continúa dándole dolor de cabeza a quienes quieren oprimirla  y robarle.


La infamia y la maldad se introdujeron a la vida social de la mano del temor, el verdadero leviatán de todos los tiempos. Así ha sido entre nosotros, Barranquilla, Colombia y hasta por los recovecos de este microcosmos del conocimiento denominado Universidad Autónoma del Caribe. La proporción implícita es una ley universal: el temor crece en proporción directa a la cantidad de poder  detentado, relación que abre una más tenebrosa: A más poder más tentación de tiranía. Se genera el olvido del sentido de la autoridad como servicio y cuidado de lo común,  dignificación  del trabajo y el esfuerzo conjunto por sobrevivir y vivir.

La vida en sociedad requiere de la distribución de funciones y la correspondiente  delegación de iniciativa y jerarquía  para realizarlas. Mientras más horizontal la estructura, mejor se estimulará, la creatividad y la inteligencia participativas, al tiempo que se debilitan los mecanismos de concentración de poder y sus colaterales como el nepotismo, el favoritismo por los aduladores, y el aplastamiento de lo que luzca distinto, diferente a los deseos del rey o las extravagancias de la reina.

Las descripciones sobre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas muchas veces presentadas por Jesucristo y recogidas por sus evangelistas nos ilustran acerca de las desviaciones que pierden a los poderosos: injusticia, imprudencia, crueldad, soberbia, lujuria. Cuando nos detenemos a cavilar los sucesos perturbadores ocurridos en nuestra Alma Mater, las comparaciones son inevitables.

Ahora estamos enfrentados los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas, distinción que no necesariamente implica superioridad moral de los primeros sobre los segundos, pero  es inocultable que quienes se alinean con los fines superiores de la honradez, el respeto mutuo, la verdad, la solidaridad se ubican, por  fuerza de las circunstancias de nuestra universidad, del lado de la luz.

Aquí, entre nosotros, el equipo de las tinieblas es tan conocido que ya nada de sus estratagemas sorprende, aunque no dejen de causar indignación. En lo que a mí respecta, los tengo muy calibrados: son torpes de lengua, porque el logo de las tinieblas es confuso; se muestran soberbios porque no tienen más apoyo que la simulación de la autoridad impuesta, casi siempre usurpada; son tiranos porque carecen de la bondad que persuade, y se aferran a la letra de la ley y sus incisos, porque padecen la ceguera que les impide ver más allá de sus narices. Son terrible y dolorosamente patéticos.

Mi intención original fue escribir una oración por la salvación de sus almas, pero me detuvo la corazonada de que  se podría incurrir en sacrilegio orar por quienes no tienen salvación, ya que el infierno es su hábitat, su medio de existencia, su elecciónTal como sucede en muchos cuentos de la picaresca popular, los diablos también gozan su maldad.

Volviendo a los evangelios, a los hombres y mujeres con la buena voluntad de vivir en la luz de la verdad, la bondad y la paz,  se nos da la consigna de mantenernos vigilantes para impedir que el maligno nos destruya, que los cobardes nos acuchillen por traición, que el cínico nos convenza con sus mentiras, que el ladrón se robe las monedas de nuestro salario y sudor; que el  mercachife perverso nos sacrifique sobre la piedra de su avaricia.

Compañero, compañera: ¿de qué lado estás tú? 

No nos equivoquemos, si ellos vuelven no tendrán la compasión del viejo Noé. Para ellos somos la oveja negra que no debe entrar al Arca, porque las arcas son sólo de ellos. No vacilarán, nos destruirán, porque para ellos SINTRAUAC es la oveja negra.
  • Cualquier coincidencia con  la situación de la UAC es pura coincidencia.

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